miércoles, 4 de diciembre de 2013

Tiempos difíciles


En ocasiones la necesidad de salud, equilibrio emocional o bienestar nos lleva a indagar en las disciplinas espirituales y la meditación. Además, es bastante frecuente experimentar los primeros beneficios de la práctica de la meditación en poco tiempo. Mucha gente manifiesta que la meditación le ayuda a relacionarse mejor, vivir con menos tensiones y mejorar su calidad emocional. Una prueba de ello es el auge que en los últimos años está teniendo la meditación Mindfulness en el terreno de la psicoterapia; algo que ha sido posible gracias a los numerosos estudios científicos que avalan su eficacia como tratamiento complementario en diversos tratamientos.
      No obstante, meditar y crecer espiritualmente es mucho más que buscar estar bien.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Caminos vitales

Las personas buscamos un significado a todo este gran juego de luces y sombras que es la vida. Necesitamos que tenga sentido y si no lo encontramos nos desesperamos, nos frustramos y nos volvemos negativos. 
  Para vivir una vida razonablemente satisfactoria tenemos tres posibilidades. La primera opción es conseguir aumentar nuestras tendencias emocionales positivas y aprender a disfrutar de las cosas cotidianas.  La segunda opción, más satisfactoria y gozosa es emplear nuestras habilidades, talentos y capacidades con frecuencia; usarlos en el trabajo, en las relaciones sociales, en los momentos de ocio y demás. La tercera posibilidad es la más completa y satisfactoria, y se refiere a enfocarse en algo que uno valora y emplear la energía vital en alcanzarlo. Incluye valores como la familia, el desarrollo personal, la formación, el camino espiritual, etc.

lunes, 18 de febrero de 2013

La vida como potencial

Lo que distingue y caracteriza a los sabios es que se ven a sí mismos diferentes. Es decir, la sabiduría no reside en hacer cosas distintas a los demás sino en la percepción que uno tiene de sí mismo. El modo en que nos vemos a nosotros mismos determina cómo vivimos la vida y las experiencias de la vida, determina lo que atraemos a nuestra vida y lo que hacemos imposible de alcanzar. La forma en que nos percibimos determina lo que pensamos de nosotros mismos y las formas de resolver problemas, dificultades, relaciones y demás. Determina nuestras reacciones emocionales, decisiones y los caminos que elegimos transitar en la vida.
      La cuestión de la imagen personal puede abordarse desde muchos diferentes niveles y la explicación varía según la etapa de evolución personal de que estemos hablando. No obstante, hay un principio básico fundamental. Las personas no somos entes hechos y terminados mas bien somos un proceso con un potencial inagotable.
      Es frecuente pensar que somos individuos definidos con una personalidad concreta. De hecho es la perspectiva de nuestra cultura. Nos dicen que a cierta edad, ya somos adultos, estamos formados y somos responsables de nuestros actos. A partir de ahí, la vida es adquirir y poseer. Todo lo que hacemos se añade al individuo que somos como un decorado. El miedo a la debilidad, la soledad y dejar de existir determinan nuestros deseos. Huyendo de estos tres miedos fundamentales, tratamos de envolvernos de poder, relaciones y seguridad. Todo esto lo llevamos a todas las facetas de nuestra vida, familiar, laboral, académica, social, etc.
      Unas veces tenemos éxito y otra no. La cuestión es que nos vemos como individuos definidos que han adquirido ciertas condiciones para hacer la vida más o menos favorable.  Desde esta perspectiva constantemente experimentamos pérdidas, fracasos y fallos en el mundo que nos hemos ido construyendo. Los miedos surgen una y otra vez, de modo que, según estemos condicionados, volvemos a sentirnos inseguros, débiles, solos, aislados o incapaces de abordar la vida.
      Así funcionamos la mayoría de nosotros; sin embargo, esta perspectiva tan rígida es falsa. No somos individuos terminados cuando llega una edad. Las personas estamos en constante cambio y transformación. Nada está definido, nadie es definitivo.
      Una perspectiva radicalmente diferente es vernos como seres vivos con un inmenso potencial por desarrollar. Podemos aprender, desarrollar habilidades, desplegar aptitudes, generar cualidades, despertar mayor lucidez, etc. De hecho este es el punto de vista en que se basa todo el camino interior. La llamada iluminación espiritual simboliza el máximo potencial que puede alcanzar cualquier ser.
      Podemos creer en esta visión pero esto no es suficiente. Lo importante es la percepción. Cuando uno se vislumbra a sí mismo como una energía cambiante con inmensas posibilidades latentes el sentido de la vida cambia.  Todo gira en torno al  propósito de estar más despierto, adquirir nuevas cualidades o desarrollar algún tipo de habilidad.
      Muchas personas llegan a cierta época de su vida en que no encuentran el sentido de nada. Quizás tenían algunos objetivos familiares o laborales, y no han podido alcanzarlos, o tal vez sí los han logrado, pero ahora les aborda una desilusión o una decepción con lo que tienen o lo que son. A menudo estas personas intentan encontrar nuevas ilusiones pero continuamente se les escapan de las manos, muchas veces sólo les queda apoyarse en una resignación serena.
      Cuando entendemos que la vida es desarrollar el potencial que somos, esto no sucede. Todas las situaciones, todas las épocas de la vida, sirven para evolucionar, crecer y aprender. En realidad se trata de estar en armonía con el cosmos. Desde hace catorce mil millones de años, el universo ha estado evolucionando. Desde las primeras explosiones, hasta la formación de las estrellas y la aparición de los primeros organismos unicelulares, el universo ha estado en crecimiento y aprendizaje. La vida, desde que se inició hace tres mil quinientos millones de años, hasta hoy en que los seres humanos representamos una combinación complejidad sorprendente, ha sido un proceso de aprendizaje a través de ensayo y error.
      Antes del inicio del universo, en esa vasta e inmensa nada, había un potencial. Estaba la posibilidad de que nosotros estuviéramos; allí, hace miles de millones de años, tú y yo existíamos como posibilidad. Una posibilidad que hoy se ha hecho real. Los seres humanos formamos parte del universo, no estamos separados, el universo no es nuestro. Pertenecemos al universo. Así pues, también somos un potencial a desarrollar, una conciencia que puede ser más consciente, una cualidades que pueden manifestarse, una lucidez más abierta, etc. Evolucionar y crecer es ponernos en sintonía con el universo. Es armonizarnos con la corriente de la vida.
      El sentido de cada momento de nuestra existencia es evolucionar y crecer, hacernos más sabios, más compasivos, más generosos, más pacientes, más serenos, más alegres, más amorosos, con más sentido del humor, más vivos, etc. Es preciso que nos detengamos de vez en cuando a analizar si estamos en sintonía con todo. Si estamos aprendiendo o hemos olvidado hacerlo, si creemos en el potencial que tenemos o nos hemos anquilosado en una visión rígida de nosotros mismos.
      Todo lo que nos sucede en la vida sirve para evolucionar, todo es una herramienta para crecer en sabiduría y compasión,  nada es baldío. Una enfermedad, la pérdida de un ser querido, el fracaso de una relación, una ofensa malintencionada, etc., todo son ocasiones para  desarrollar el potencial que reside en nosotros. Necesitamos aprender a extraer la esencia de la vida, necesitamos ponernos en armonía con el cosmos y dejarnos formar parte del inagotable proceso evolutivo en que estamos inmersos.    

jueves, 24 de enero de 2013

La meditación en la enfermedad


Nuestra mente influye en la salud. 
En toda enfermedad intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales. Es decir, además de la presencia de patógenos (virus, bacterias y demás) o predisposiciones genéticas, también influyen el modo en que gestionamos las tensiones cotidianas, la forma de relacionarnos con los demás, nuestro tipo de personalidad y el modo en que tratamos nuestro cuerpo diariamente (comida, ejercicio, sueño, etc.). 
Considerando esto, puede entenderse que nuestros pensamientos y emociones juegan un papel relevante en la salud y enfermedad. Si sabemos manejar la mente podremos afrontar de otro modo el estrés, las relaciones, las reacciones emocionales y dominar nuestras conductas nocivas.
Meditar es un modo excelente de conocer y adiestrar nuestra mente. Básicamente tiene que ver con la atención y la capacidad de dominar las reacciones a lo que percibimos. Una de las cosas que nos alteran es nuestra falta de control sobre nuestras respuestas emocionales. Detrás de muchas emociones destructivas se encuentran comportamientos nocivos para la salud, como la mala alimentación, la falta de ejercicio físico, el abuso de sustancias, el insomnio, la falta de descanso, etc. Meditar nos va a ayudar a responder a las situaciones de tensión de modo que tengamos menos  estrés y más equilibrio emocional.  
Al hablar así, a muchas personas que no hacen meditación les parece que estemos alentando una vida sin emociones, pero no es así. En la práctica ejercemos una atención selectiva en la que somos capaces de reducir las emociones nocivas y potenciar las positivas. De hecho, es bien sabido que las emociones positivas ejercen un efecto benéfico y protector en la salud, y la meditación tiene métodos concretos y efectivos para aumentar reacciones positivas como el amor, la gratitud o la compasión. 

Atención contra el estrés
Uno de los elementos perjudiciales para la salud es lo que llamamos estrés. Cuando estamos muy tensos y agotados nos hacemos más vulnerables a los virus y bacterias del ambiente, y se activan nuestras predisposiciones genéticas. Por tanto, enfermamos más. El estrés se produce cuando experimentamos situaciones de mucha tensión y cuando no sabemos manejar las simples tensiones cotidianas que se van acumulando. 
Sentarnos diariamente con nosotros mismos de una manera consciente, tiene varios efectos. Por un lado, sirve para que se descarguen todas las situaciones conflictivas que hemos vivido y el organismo ha acumulado. Además, permite que cualquier estado mental negativo se debilite y se apague. Cuando somos capaces de vivir la experiencia con imparcialidad y equilibrio desarrollamos contentamiento y paciencia, y de este modo somos más capaces de dejar ir cualquier experiencia tóxica y dañina.
Por otra parte, la práctica diaria nos va a ayudar a desarrollar una mayor atención a las situaciones con que nos encontramos. Uno de los factores que contribuyen a la respuesta de estrés es el modo en que interpretamos y valoramos las cosas que nos suceden. La meditación nos aporta una mayor lucidez en la vida, con lo cual tendremos una perspectiva más realista de las cosas, y será más difícil que se eleven los niveles de estrés.
En resumen, la atención consciente que desarrolla la meditación nos ayuda a vivir las experiencias con imparcialidad, contentamiento, aceptación, paciencia y confianza. De este modo afrontamos las tensiones cotidianas de un modo más saludable y menos reactivo.

Emociones positivas
Las emociones juegan un papel muy importante en la salud. En concreto, las emociones positivas ayudan a reducir los síntomas y la duración de las enfermedades, sirven de agentes protectores y contribuyen a mejorar las conductas saludables como mantener una dieta, abandonar el abuso de sustancias y dormir mejor.
Cuando somos positivos tenemos mejores relaciones, recibimos más aprecio de los demás, y resolvemos antes los conflictos. Por otra parte, tenemos más creatividad y aptitudes para resolver situaciones difíciles, encontramos más salidas a nuestros problemas y somos más capaces de tomar decisiones.
Meditar nos ayuda a habituarnos a responder positivamente a las situaciones. Mediante una práctica constante aprendemos a mirar las cosas desde otra perspectiva y a considerar aspectos que no teníamos en cuenta. Sentir gratitud, amor o armonía depende de saber ver de un modo más completo a los demás y de apreciar cosas que solemos ignorar. Todos estamos condicionados por nuestra familia y nuestra cultura. Estos condicionamientos determinan nuestras reacciones. Meditar nos ayuda a superar los condicionamientos y a responder de un modo más positivo.
Cuando nos hacemos conscientes de que todos tenemos necesidades, miedos, expectativas y deseos, nos sentimos más cerca de los demás, tenemos más capacidad de perdonar, somos más conciliadores y mantenemos con más facilidad la calma en nuestras relaciones. Mientras que la hostilidad, el aislamiento, la idea de que todo el mundo es egoísta y la desconfianza, son ingredientes tóxicos para el organismo y  contribuyen a la enfermedad; el amor, la compasión, el optimismo, las relaciones positivas, la gratitud y el sentido del humor nos ayudan a superar las dolencias e incluso nos sirven de protección. 

Autoimagen Negativa
Uno de los aspectos más nocivos para la salud es tener una imagen negativa de nosotros mismos. Aunque pueda resultar sorprendente, muchas veces pensamos que merecemos la enfermedad, que no seremos capaces de superarla, que nuestra naturaleza es defectuosa, que somos malos e inadecuados, etc. Todas estas opiniones son falsas y sumamente nocivas para la salud. Aunque nos parezca real, ninguna imagen que tengamos se corresponde con la realidad de lo que somos de verdad.
Cuando la imagen de nosotros mismos es muy negativa se convierte en un importante obstáculo para vencer cualquier malestar y enfermedad. Al pensar que somos así, anulamos toda posibilidad de acceder a nuestro potencial de sanación y nos mantenemos en una espiral de miedo, impotencia y desánimo que nos conduce a agudizar los síntomas y a complicar la enfermedad.
La práctica de la meditación también tiene un papel fundamental en este asunto. Por medio de la observación y desarrollando una mayor lucidez podemos llegar a identificar la autoimagen. Este es el primer paso, reconocer lo que pensamos de nosotros mismos. Luego, usando la atención necesitamos descubrir que esta imagen sólo es una idea equivocada. La imagen negativa es algo que se ha formado en la vida debido a una serie de creencias falsas y experiencias malinterpretadas. En consecuencia, cuando nos damos cuenta de que está lejos de ser lo que de verdad somos podemos prescindir de ella, y abrir la puerta al proceso de curación.

Conclusión
Lo más importante que podemos extraer de todo esto es que podemos hacer algo. Aunque una enfermedad seria nos activa la experiencia de que las cosas ocurren inesperadamente y tenemos muy poco control sobre la vida, podemos influir en lo que la vida nos trae. No podemos impedir y evitar que sucedan las cosas, pero tenemos la elección de responder ante ellas con más sabiduría. Si sabemos responder, los sucesos de la vida dejan de ser tan negativos y se convierten en oportunidades para desarrollar nuestro potencial innato y darle a la vida su sentido más profundo.