Cuando entramos en un templo o nos sentamos a meditar es
habitual hacer algún tipo de reverencia, algo que nos recuerda rendirnos a lo
más profundo. Si queremos avanzar en este camino hacia la realidad que somos, cada día y cada momento de nuestra vida deberíamos preguntarnos ¿a
qué le estoy dando importancia ahora? ¿A qué me estoy postrando en este momento? ¿A qué le estoy sirviendo con este
comportamiento al ego o a la naturaleza primordial?
Todos los
maestros hacen una afirmación clara...
Hasta que no vivamos desde nuestro ser esencial no terminará la insatisfacción ni las frustraciones ni las inseguridades ni las angustias ni ninguno de los problemas vitales que nos aquejan. Nos inquietan y conmueven las imágenes de guerras, abusos, maltratos, corrupciones y demás que vemos en los medios; pues bien, todo ello es producto de vivir creyéndose un individuo distinto, especial y separado, y especialmente del profundo miedo oculto que acompaña a la sensación de yo. Mientras haya personas egocéntricas habrá sufrimiento. Mientras sigamos creyéndonos individuos independientes y autónomos tendremos el potencial de crear sufrimiento en el mundo. Mientras vivamos lejos de nuestra naturaleza primordial, siempre existe la posibilidad de volvernos lo peor y actuar de modos que nunca habríamos pensado.
Hasta que no vivamos desde nuestro ser esencial no terminará la insatisfacción ni las frustraciones ni las inseguridades ni las angustias ni ninguno de los problemas vitales que nos aquejan. Nos inquietan y conmueven las imágenes de guerras, abusos, maltratos, corrupciones y demás que vemos en los medios; pues bien, todo ello es producto de vivir creyéndose un individuo distinto, especial y separado, y especialmente del profundo miedo oculto que acompaña a la sensación de yo. Mientras haya personas egocéntricas habrá sufrimiento. Mientras sigamos creyéndonos individuos independientes y autónomos tendremos el potencial de crear sufrimiento en el mundo. Mientras vivamos lejos de nuestra naturaleza primordial, siempre existe la posibilidad de volvernos lo peor y actuar de modos que nunca habríamos pensado.
Es preciso
reconocer lo que somos. No importa cuántas terapias y tratamientos uno haga,
mientras la naturaleza primordial no sea desvelada sólo estaremos cambiando las
cosas de sitio. Mientras sigamos creyendo en el pensamiento “Yo soy alguien”
sólo nos moveremos en círculos. Podemos mejorar nuestra vida, vivir con más
serenidad y contento, ser más eficientes y productivos, etc. pero todo será
circunstancial, condicionado, transitorio, efímero y temporal.
El anhelo
Reconocer nuestra
naturaleza primordial es el asunto fundamental. No obstante vivimos atrapados
en numerosas dificultades y tendencias que nos impiden avanzar. La principal de
ellas es que estamos volcados en la búsqueda de experiencias, en la huida del
dolor de la vida, en el deseo de bienestar y felicidad, en la persecución de
metas, objetivos, ilusiones y planes. La verdad última no puedes ser reconocida
hasta que no se convierta en nuestro único interés. La condición principal es
el profundo deseo de vivirla. Dice la enseñanza “Anhela conocer eso de donde
todo nace, anhela conocer eso adonde todo va cuando la muerte lo destruye”. Es
preciso que todas las actividades de la vida sean secundarias a la aspiración
de conocer la realidad absoluta.
El deseo de
conocer la naturaleza primordial es el intenso deseo de experimentar lo que
somos de verdad, el deseo de liberarse de todos los engaños y fantasías, el
deseo de librarse del ego como origen de todas las distorsiones, el deseo de
despertar de todas las pesadillas humanas. Este intenso deseo es el fundamento
de la verdadera espiritualidad.
El valor de la vida
Cuando nos
hacemos conscientes de lo valiosa que es la vida; no cuando hacemos una
valoración positiva, sino cuando sabemos por experiencia directa que la vida es
una oportunidad extraordinaria y tiene un valor incalculable. Entonces, es
posible que surja la intuición firme de que lo más importante es conocerse uno
mismo. Conocer lo que de verdad somos.
La conciencia de muerte
Si a esta
comprensión añadimos la conciencia de que vamos a morir y que puede suceder en
cualquier momento. Si sentimos cómo la vida se va gastando momento a momento,
sin descanso y cómo cada día estamos más cerca de la muerte. Si tenemos la
valentía de reconocer que no sabemos cuándo vamos a morir y que no tenemos
ningún control sobre lo que pueda suceder en el futuro. Entonces, hay la
posibilidad de vislumbrar que conocerse uno mismo no sólo es lo más importante
sino que hay que hacerlo cuanto antes, y hay que empezar ahora mismo.
El problema del ego
El anhelo por
conocer la verdad absoluta es un camino a lo desconocido que nos obliga
salirnos de nuestra zona de confort. La verdad va a llevarnos a abandonar
nuestras convicciones más queridas, a encontrarnos con lo inesperado, a dejar
todas las referencias. Por ello tenemos tantas resistencias inconscientes. Nos
decimos a nosotros mismos que nos interesa el camino espiritual, incluso que es
importante en nuestra vida. Sin embargo, nuestras acciones y elecciones están
muy lejos de lo que decimos. Pensamos que nos importa conocer lo que somos,
pero sólo son ideas y creencias. Nos falta el anhelo, el deseo de verdad. Es
preciso contemplar profundamente y preguntarnos ¿qué es lo que realmente
quiero? ¿Qué es lo que de verdad me importa? No debemos asumir que sabemos qué
queremos, es preciso preguntarnos, ser sinceros con nosotros mismos. No es algo
que mostramos a los demás, es nuestra motivación más íntima.
Cuando uno siente
que a pesar de estar en el camino nada cambia, el problema puede hallarse en la
motivación. Es preciso que el anhelo por conocer lo que somos sea el principio
que nos guíe. Tenemos que querer evolucionar más que nada en el mundo.
Es fácil entender
que este planteamiento despierta enormes resistencias internas. Sin poderlo
evitar sentimos una reluctancia irracional a cambiar, una poderosa inercia a
que todo siga como está. Desde el ego, buscamos seguridad, referencias, solidez
y protección, y el camino a la verdad se vislumbra como una pérdida continuada
de apoyos y seguridades. Desde el ego no queremos descubrir nada, sólo queremos
encontrar un modo de escondernos del miedo. Por esto nuestra inclinación
espiritual es un camino a medias, una afición, algo que nos sirve para imaginar
que estamos a salvo o que nos hace creernos valiosos y especiales.
Pero si prestamos
atención, este mismo ego al que tanto escuchamos, es lo que nos lleva al
sufrimiento, a la insatisfacción constante, a los numerosos momentos de
incertidumbre, inseguridad, vacío y soledad que nos invaden. Cuando vivimos
desde el ego, nunca encontramos una felicidad duradera, siempre estamos al
borde del miedo, nos hallamos en una pesadilla interminable, aprisionados en
nuestras mentes y en un laberinto de conceptos que nos condicionan. La búsqueda
de bienestar y libertad es como beber agua salada, nunca llegan. Permanecemos
atrapados en una espiral interminable de deseos y temores.
Desde el ego la
vida es dolor y pérdida. Todo lo que nace, muere; todo lo que es creado, se
destruye; todo lo que se eleva, desciende; todos los vínculos terminan
distanciados (Buda). Las resistencias a la verdad primordial sólo nos llevan a
seguir vulnerables a todos los posibles sufrimientos de la vida.
La verdad
primordial sólo se desvela cuando el ego queda desplazado, cuando se reconoce
su naturaleza ilusoria. Únicamente cuando nos atrevemos a ser honestos con
nosotros mismos, podemos ir más allá de las autodefensas y dejar de traicionar
el impulso espiritual.
Despertar el anhelo
El anhelo por
conocer la verdad puede surgir de varias maneras. Algunas personas tienen
vislumbres espontáneos inesperados. Pueden ser personas que nunca han tenido
ningún interés en lo espiritual y espontáneamente tienen una lucidez
extraordinaria que les hace atisbar la naturaleza inefable de la existencia.
Este vislumbre suele ser temporal y pasajero. El reto para ellos es ser fieles
a sí mismos y a lo que han vivido. Su vivencia les obliga a cuidar y honrar lo
que han conocido hasta vivirlo plenamente. Necesitan evitar desvalorizar su
experiencia y usarla como luz en el camino a la verdad primordial.
Luego, hay
personas que mediante un trabajo espiritual llegan a conocer la verdad. Tal vez
a través de la meditación tienen aperturas momentáneas a su ser real. De nuevo,
ese conocimiento se convierte en una intensa motivación que amortigua todos los
demás intereses vitales en aras de la verdad.
Una gran parte de
las personas llegan a sentir el deseo de verdad a través de la fe y la
confianza en las enseñanzas de los maestros que han trascendido el ego y viven
conscientes de la naturaleza primordial. La inspiración de lo que otros han
logrado hace que muchos se sientan capaces de ello y empiecen a cambiar sus
prioridades y objetivos.
Finalmente hay
personas que llegan a anhelar la verdad a través del sufrimiento, el propio y
el de los demás. Reconocer lo absurdo de la vida puede llevar a una fuerte
necesidad de entender el significado de la existencia. Aunque muchas personas
cuando son conscientes de las dificultades que entraña la vida, caen en
trastornos psicológicos como la depresión o la ansiedad, para unos pocos afortunados
esa misma toma de conciencia es lo que propicia el despertar de una sabiduría
liberadora y profunda.
En conclusión, la
verdadera libertad y plenitud se encuentran en vivir lo que verdaderamente
somos. No es el ego quien se libera sino que sucede al soltar el ego. Para ello es preciso vencer todas las
resistencias y atrevernos a explorar lo nuevo más allá de la mente. El motor
imprescindible es el anhelo, la sinceridad y la honestidad de querer conocer lo
que somos.
Como siempre El Maestro impacta, mi ego es mucho más potente de lo que podía imaginar, anhelaba con gran fe descubrir mi verdadera naturaleza creía fervientemente que era el único camino hasta que un día mi ego apareció con reacciones que me hicieron tambalear esas reacciones me hicieron consciente de que el trabajo al menos para mí es arduo y que no lo voy a conseguir y que lo mejor es tirar la toalla. La presencia del Maestro es fundamental para que me vuelva a levantar. Espero conseguirlo.
ResponderEliminarNo soy nadie para dar lecciones. No obstante, en mi propia experiencia, también he tenido esos tres pensamientos: 1/El trabajo para mí es arduo, 2/ no lo voy a conseguir, y 3/ lo mejor es tirar la toalla. Y también me los he creído, y también he pagado las consecuencias por ello. Pero, la verdad es que sólo son pensamientos. y este es el camino, al menos mi camino, ver que no son mas que pensamientos y dejar de creer en ellos.
EliminarHola Juan, perdona que discrepe; eres la persona más indicada para darnos lecciones. Has sido la persona que ha estado ahí cuando la hemos necesitado, cuando la hemos pedido consejo, cuando necesitábamos confiar en un Maestro y cuando con tu comportamiento y tu ejemplo nos has enseñado mucho más de lo que hubiéramos podido imaginar. Eres un ejemplo a seguir Juan. Muchas gracias por tus palabras, por tus recomendaciones, por tus consejos, por tu humildad, por ser la luz que a menudo nos guía y por saber que siempre podremos confiar en ti.
EliminarGracias por todo Juan. Gracias por estar tan cerca aunque haya distancia. Una de las mejores cosas que me han pasado en la vida, ha sido conocerte. Gracias de corazón. Gracias por todo lo que me has enseñado. GRACIAS
Ser honestos y conscientes de la motivación,del impulso verdadero...estamos tan acostumbrados a engañarnos toda la vida que cuesta ver eso.:.qué me lleva a querer conocer mi esencia?es lo único que de verdad me interesa o me tengo que entretener de vez en cuando para seguir satisfaciendo mi ego en deseos,objetivos más o menos claros...?el ego se disfraza de tantas formas diferentes que hay que estar muy despierto e interesado para pillarle en sus estrategias y soltar.Seguir soltando resistencias es mi camino-Gracias Juan por iluminarme los pasos con tu Presencia.
ResponderEliminarHola Juan, que importante lo que has escrito. Me ha hecho recordar el tiempo que se nos va en las demás cosas. Es difícil aun teniendo un vislumbre. Es tan fácil caer en el ego. Me faltan energías muchos días para hacer calma mental. Hay días que estoy mejor y si puedo meditar. Espero poder ir a verter a tu centro en Madrid. No tengo Maestro. Así es mas difícil todavía. Gracias infinitas por tu labor.
ResponderEliminarJordi, el trabajo como bien dices es arduo, y advierto que ya has conseguido algo muy importante, reconocer lo difícil que es mirar con otro enfoque la vida.
ResponderEliminarEs opción personal tirar la toalla pero pregúntate para que quieres conseguir que el ego poco a poco se libere,,, quizás para ser más feliz, quizás para dar Amor, quizás para acompañar al que sufre…
Atiende no el por qué sino el para qué y ahí encontraras un nuevo enfoque.
Permítete este tiempo de dudas, vacilaciones, miedos,,,
Nos dice Juan:” este es el camino , dejar de creer en los pensamientos”. Pero mientras ello acontece: reposa, descansa, disfruta.
Lo conseguirás, date tu tiempo. Un abrazo.