lunes, 10 de diciembre de 2018

Aprender a Evolucionar


APRENDER A EVOLUCIONAR, TUTORIAL BÁSICO


Vivimos en un bucle. Nos pasamos la vida persiguiendo una felicidad que cuando la alcanzamos siempre  termina; por otra parte el sufrimiento del que tratamos de escapar nos acaba alcanzando. Así, una y otra vez, día tras día. Vida tras vida. Cuando se desarrolla la inteligencia espiritual se descubre que la vida puede ser algo más. Encontramos más satisfacción y plenitud cuando evolucionamos como personas.
Hay muchos indicadores de lo que es madurar, uno de los más significativos son los valores que manejamos. Conforme evolucionamos, más cualidades, fortalezas y aptitudes positivas tenemos. Quienes las poseen son los indiscutibles representantes de la vanguardia del progreso de la humanidad. Poseer virtudes y cualidades nos sitúa en la cúspide de la evolución.
Es muy frecuente vivir estancados. Aunque lo natural en la vida sería ser cada vez más evolucionados y conscientes, a menudo nuestro crecimiento se detiene y nos perdemos en las innumerables demandas de la vida cotidiana. De niños experimentamos constantes cambios y aprendizajes, en la adolescencia seguimos creciendo, aunque a menudo menos que antes, y cuando llegamos a adultos nos solemos estancar.
Dejar de evolucionar es un problema, porque carecer de cualidades y valores nos limita a la hora de enfrentarnos a las dificultades de la vida. Además, sólo con ciertas aptitudes y fortalezas podemos superar muchos de los inescapables problemas que se nos presentan. Esto es, evolucionar como personas nos protege y previene de numerosas situaciones difíciles; pero, además, hay problemas que sólo pueden superarse en estados más avanzados. Es notable que muchas personas que se acercan a los psicólogos buscando soluciones a sus conflictos, en numerosos casos lo único que necesitan es madurar.
Desde esta perspectiva es esencial entender que no cultivamos unos valores y cualidades por hacer lo correcto, ni para cumplir con las expectativas de los demás. Tampoco para ser reconocidos y admirados ni para estar por encima de nadie. Especialmente, no se trata de compensar nuestros defectos, errores y sentimientos de culpa. Cultivamos unas cualidades y evolucionamos para:
Estar más protegidos ante lo que nos pueda sobrevenir.
Tener más recursos para afrontar las frustraciones, incertidumbres y agresiones.
Saber reaccionar mejor al dolor de la vida.
Vivir con más salud y bienestar.
Alcanzar una calidad de vida que de otro modo no conseguiríamos.
Y porque somos conscientes de que algunas situaciones sólo podremos resolverlas si hemos llegado a un cierto nivel de evolución.
Ahora bien, el principal motivo es que tenemos esa capacidad, la vida tiene más sentido, y es más satisfactoria y completa.
CUALIDADES Y DIFICULTADES
Es vital saber manejar las dificultades que se presentan. Cada persona, según sus experiencias vitales y aprendizajes, tiene su estilo. Sin embargo, es frecuente pasar por alto que uno de los métodos más efectivos es cultivar un estado emocional positivo. Hacerlo nos va a dar más capacidad y lucidez para abordar la situación. Pero sobretodo, avanzar y evolucionar es parte de la solución en la mayoría de los casos.
La experiencia vital nos muestra los beneficios de desear seguir creciendo y aprendiendo como personas, especialmente en los momentos difíciles. La actitud positiva y la predisposición a evolucionar es una de los talentos más valiosos que podemos poseer. Sin cualidades, virtudes y fortalezas es como pretender atravesar un desierto sin llevar agua.
No obstante, la cuestión es completamente distinta. Desde la sabiduría, las dificultades de la vida son accidentales, pues la prioridad es crecer y avanzar. Los problemas son ocasiones para empujarnos a dar un paso más en el camino a revelar nuestra mejor expresión. Así pues, ante cualquier situación queremos adoptar una actitud más consciente.
¿Qué oportunidad proporciona esto? ¿Cultivar compasión, humildad, coraje? ¿Ofrece la posibilidad de cultivar sentido del humor, paciencia, contentamiento? ¿Ayuda a ser justo, tolerante, imparcial? ¿Sirve para ser generoso, aceptar la situación, asumir responsabilidades? ¿Conduce a desarrollar gratitud, respeto, asertividad? ¿Cuidado, prudencia, generosidad? ¿Regocijo, confianza, imparcialidad? ¿Amor, desapego, valentía? etc., etc.
Ahora bien, hay que tener cuidado con el motivo que nos impulsa en esta dirección. No se trata de ser mejor que nadie ni de sentirse inferior por una carencia de cualidades. Pensar así, nos impediría avanzar. La evolución es una opción que viene de comprender lo valiosa que es la vida y la importancia de aprovecharla. No es una medida de nuestra valía. Lo que mide nuestro valor es lo que somos, nuestro ser, la esencia que nos conforma; algo que ya está aquí y no precisa mejorarse.
Cultivar cualidades y virtudes es la expresión de quienes están más evolucionados y comprenden con claridad lo que aporta significado y valor. Nosotros desde nuestra mirada reducida apenas entendemos la importancia de despertar y cultivar la mente. Sin embargo, podemos aprender de ellos, escuchar su visión y descubrir una perspectiva diferente. En la tradición budista, por ejemplo, en Aksayamati Nirdesa Sutra se dice:

“La generosidad no es mi compañera, más bien soy yo quien acompaña a la generosidad,
la ética, la paciencia, el entusiasmo, la concentración y la sabiduría no son mis compañeras; 
más bien soy yo quien acompaña a
 la ética, la paciencia, el entusiasmo, la concentración y la sabiduría;
Las perfecciones no están a mi servicio, soy yo quien está al servicio de las perfecciones”.

Empezamos cultivando cualidades por fe. Confiando en las palabras de quienes viven más despiertos. Luego, continuamos el proceso al constatar la importancia de cultivarlas. El camino nos lleva a desear emplear la vida en hacer que todas las cualidades posibles se hagan presentes y visibles en el mundo.
UN MODO DE HACERLO
Desarrollar una cualidad es como cultivar una planta. Se siembra la semilla en buena tierra, se riega, se cuida que tenga luz, se echa abono, se protege del clima y las plagas, y se espera a que florezca. Así pues, empezamos dejando una huella de la cualidad en nuestra mente. Luego, nos habituarnos a responder con ella, trabajamos para contrarrestar los obstáculos internos y externos que nos impiden desarrollarla, y lo hacemos una y otra vez hasta que se consolida en nuestro ser.
  1. Escoger la cualidad
Lo primero es seleccionar una cualidad que nos inspire.  (Una lista de cualidades) Es preciso que tengamos una relación positiva con ella. Como hemos visto, no funcionará si nos sentimos inadecuados o culpables, o si nos juzgamos por no tenerla; tampoco, si nos sentimos inferiores a quienes la poseen o si les tenemos envidia.  De modo que a veces, hay que hacer un trabajo previo hasta llegar al motivo acertado.
Conviene, además, hacer una reflexión amplia en torno a las consecuencias positivas de la cualidad. ¿Para qué sirve? ¿Qué papel tiene en la propia vida? ¿Cuál es su lugar en el proceso vital? ¿Qué relevancia tiene en el camino espiritual? ¿Hacia dónde conduce tenerla?
Necesitamos entender bien la cualidad. Estudiarla y conocer su significado y sentido. Es muy útil encontrar historias y ejemplos de personas que poseen esa cualidad (novelas, películas, series de TV, pueden ser una buena fuente de inspiración). También tenemos que tener cuidado con las supersticiones y las opiniones de la gente; y si es posible ver lo que las investigaciones serias y las ciencias sociales tienen que decir.
  1. Plan de trabajo
Siendo honestos, es preciso comprender que cambiar la mente requiere un esfuerzo sostenido durante bastante tiempo. Necesitamos organizar nuestra vida y nuestra forma de pensar para promover el nuevo estado mental. La fuerza de voluntad no basta. También es preciso tener confianza en uno mismo, recordar a menudo los beneficios de poseer la cualidad, contar con la aparición de posibles resistencias internas, y saber esperar para obtener resultados.
En particular, necesitamos creer en que tenemos la habilidad de cambiar y la capacidad de hacerlo. La enseñanza budista sobre lo preciosa que es la vida humana y el potencial que tiene es muy útil en este contexto. Si no apreciamos nuestro potencial no podremos llegar muy lejos. Además, es vital ser optimistas y tener una actitud positiva. Debemos recordar la naturaleza de nuestra mente y saber que se compone de lucidez y claridad, por lo que la transformación siempre es posible.
Pero también existen muchos obstáculos. Algo en nosotros siempre se resiste al cambio, adquirir nuevas cualidades nos lleva a sentirnos inseguros y torpes. Nuestro deseo de obtener la cualidad se ve boicoteado continuamente por otros hábitos,  tendencias, y emociones destructivas. Debemos ser conscientes de esto y estar dispuestos a confrontarlo. A menudo, nuestros conflictos internos y dudas son el principal obstáculo.
En resumen, debemos de ser conscientes de que la meta deseada necesita que le dediquemos tiempo y trabajo hasta que forme parte de nuestro continuo mental. Es algo que requiere una entrega y debemos estar dispuestos ello.
  1. Método
A-Imaginación.
Una forma de trabajar es imaginarnos lo que supone vivir con la cualidad. Así pues, buscamos experimentarla de un modo imaginario, como si ya la tuviéramos. La sentimos en la mente y el cuerpo. Mediante la imaginación y la reflexión evocamos la cualidad. Nos visualizamos como si ya estuviera sucediendo el futuro deseado con la cualidad. Vemos cómo se experimenta tenerla. Sentimos los efectos que produce en el cuerpo, descubrimos las emociones que acompañan a la cualidad y nos hacemos conscientes de los pensamientos asociados a ella. Lo ideal es abarcar todos los aspectos de nuestro ser, el cuerpo, las emociones, los pensamientos,  y sentir la experiencia en todos los niveles.
B-Contemplación.
Luego se trata de sostener el mayor tiempo posible el estado, con la intención de que deje una impronta en nuestro interior. Enfocamos la atención en la vivencia de poseer la cualidad, con la mayor claridad posible. Cuando empezamos a distraernos podemos recurrir a una imagen concreta. A muchas personas les ayuda imaginar algún símbolo, algo que represente a la cualidad que estamos encarnando. Se dice que es una manera de hablarle al inconsciente y la forma de acceder a ella más fácilmente. También, sirve hacer un gesto con las manos o una postura.
Este ejercicio requiere repetirlo una y otra vez, durante varias semanas. Al mismo tiempo que recopilamos más información sobre la cualidad y buscamos el apoyo de los demás, cada día meditamos de esta manera. Invocamos nuestro futuro habiendo desarrollado la cualidad y lo hacemos presente unos minutos.
Es de gran ayuda en este proceso, darle una dimensión social y contar con el apoyo de otras personas. Queremos estar abiertos a recibir ayuda. En este sentido hacemos saber a alguna persona de confianza lo que estamos haciendo. Le comunicamos nuestra intención de cultivar la virtud. Hacemos que los demás se impliquen y nos ayuden a conseguir nuestro objetivo. Cuando saben nuestras intenciones podemos contar con ellos en cualquier momento para pedirles su perspectiva y nos den su opinión.
C-Acción.
Cada vez que hacemos la visualización, tomamos la decisión de hacer algo concreto. Es decir, planificamos en las próximas horas actuar una vez como alguien que ya tiene la cualidad. Realizando comportamientos en consecuencia, empezamos a transformar la mente de una  manera real.  Si sólo trabajamos la mente, los cambios nunca se materializan, de modo que tenemos también que actuar.
El cambio requiere que nos enfrentemos al mundo real y pongamos en práctica vivir con esa cualidad. Es importante hacerlo cada vez que meditemos, integrar las dos cosas, meditación y reflexión por un lado, y acción por el otro. Además, al hacerlo podemos descubrir cosas que no teníamos en cuenta. No sólo se trata de cambiar el comportamiento, también es preciso cambiar nuestra estructura mental. Aprendemos, actuando.
D- Conciencia.
Por último, mientras trabajamos la cualidad, buscamos una nueva forma de enfocar las cosas. Nos preguntamos con frecuencia. ¿Qué es lo que … (cualidad)…haría en esta situación?  Por ejemplo, ¿qué haría el amor en esta situación? ¿Qué haría la paciencia en esta situación? ¿Qué haría la sabiduría del sentido del humor? Etc. Haciendo esto nos esforzamos por salir de nosotros mismos y nos situamos en una perspectiva más evolucionada y despierta. Hacer esto una y otra vez es lo que nos hace crecer.
CONCLUSIÓN
Hay numerosas evidencias a lo largo de diversas culturas de que las personas más avanzadas son a su vez las más amorosas, solidarias, conscientes y verdaderamente espirituales.  Y lo que es más importante, sólo evolucionando podemos llegar a sentir satisfacción y plenitud en la vida.  Pero más aún, es una cuestión planetaria, el universo necesita que evolucionemos. Una buena  medida de cuánto lo hacemos son nuestros valores, fortalezas y virtudes.
Despierta, reflexiona, observa.
Trabaja con atención y cuidado.
Vive en el sendero y
la luz crecerá en ti. (Buda)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario