lunes, 2 de abril de 2018

Apuntando Sabiduría

Por una parte, entendemos que experimentamos el mundo y las cosas de un modo subjetivo. Todo lo que vivimos está condicionado por nuestra manera de percibir y entender el mundo. Nuestra percepción está condicionada y deformada por interpretaciones, significados, recuerdos, comparaciones y demás.
Esto nos da el conocimiento de que todo es relativo.
[MEDITACIÓN:
Detente un momento y observa cualquier objeto que tengas a la vista. Investiga hasta qué punto tu experiencia del objeto está condicionada por tus pensamientos y conceptos, por tu estado emocional, expectativas y demás]
Pero esto todavía no es sabiduría, porque aún seguimos creyendo que el mundo y las cosas existen. Sentimos que están ahí, aunque sepamos que las moldeamos según nuestros pensamientos.
La verdadera sabiduría empieza cuando no encontramos nada ahí, separado de la experiencia o del conocimiento de ello.
Los objetos son experiencias, no hay nada más que experiencias. No hay un objeto ahí y luego, eso se ve o se toca, o se piensa en ello. Solo hay una experiencia que surge aquí. Por ejemplo, hay ver, hay tocar, hay pensar, etc.; y decimos que hay ver una taza, tocar una taza  y pensar en una taza, etc. Pero eso no implica que haya una taza que se  vea, se toque o en la que se pueda pensar.
En el lenguaje convencional que usamos para entendernos, “ver una taza” significa que hay una taza ahí que puede verse. Pero cuando hay una lucidez, más allá de la experiencia visual no hay ninguna taza. Más allá de la experiencia táctil, no hay ningún objeto.
Además, la experiencia visual es la conciencia visual, la lucidez de lo visual. Esta conciencia es lo que sucede.
Así, puesto que tampoco hay nadie que ve el objeto, aquí sólo hay la experiencia, la lucidez.
[MEDITACIÓN:
Observa cualquier objeto a la vista, o toca cualquier cosa que tengas a mano. Al silenciar la mente y quedarse sin pensamientos, ¿cómo se experimenta el objeto? ¿Cuál es la experiencia directa cuando no hay conceptos?]
[MEDITACIÓN:
Observa el objeto. Al dejar los pensamientos aparte, ¿alguien  experimenta el objeto?¿Hay sujeto y objeto?¿hay alguien que ve, toca, oye, etc.?
Por otro lado, si decimos que no hay taza, esta creencia de que no existe el objeto, es de nuevo una proyección mental; proviene de la tendencia a pensar de un modo dicotómico (es decir, sólo hay dos posibilidades que la taza exista o que no exista). La creencia implica una certeza y algo a lo que aferrarse. La creencia nos aleja de nuevo de lo que hay aquí.
Aquí sólo hay la experiencia, el experimentar, el saber. El pensamiento de que no hay taza, aparece como una realidad objetiva que existe de verdad. Esto es volver a la ignorancia, a una pérdida de sabiduría. Previamente la proyección era que los objetos existen por sí mismos, y ahora que los objetos no existen. Es la misma ignorancia.
Si el objetivo es desactivar el aferramiento, acabamos creando una nueva cosa a la que aferrarnos, esta vez es la vacuidad o la inexistencia del objeto. (Como es fácil deducir, las consecuencias pueden llegar a ser nefastas: nihilismo, pérdida de sentido, desesperanza, apatía, desilusión, decepción, etc.)
De modo, que no se trata de encontrar una nueva creencia ni de tener otra forma de pensar. La cuestión es apreciar lo que hay aquí, y la mente no sirve para saberlo.
[MEDITACIÓN:
Reconoce la experiencia, mira si estás cayendo en idea de que no hay nada. ¿puedes mantenerte en la perspectiva de que el objeto ni existe ni deja de existir?]
Recapitulando. Hay experimentar, pero no hay objetos ni nadie que experimenta. La sensación de un mundo externo y alguien que lo percibe, viene de ciertas ideas que se producen en la mente. Ideas que parece que apuntan a algo objetivamente real y que nunca son cuestionadas. Nos parece que nuestros pensamientos e imágenes se refieren a cosas que existen independientes de ellos. Como si las cosas  existieran sin necesidad de pensamientos y conceptos.
Pensar así nos sirve para manejarnos en la vida, por esto no lo cuestionamos. Creer que el mundo y las personas existen sirve para obtener lo que necesitamos y relacionarnos. Tiene una función de supervivencia.
Ahora bien, tras la indagación lúcida y directa de lo que hay aquí, se desvela que nada existe sin la mente como condición; las cosas, las personas, el yo, son fenómenos que requieren de conceptos y procesos mentales para existir. Por consiguiente, nada existe por sí mismo. Todo está vacío de existencia propia.
Ahora bien, reconocer que sólo hay experimentar y darse cuenta, puede llevarnos a la conclusión de que sólo hay conciencia. Esto de nuevo, es volver al mundo de la mente. La conciencia como una entidad que existe por sí misma y es la fuente de todo lo que se experimenta es una idea lógica pero no es la verdad. Vuelve a ser una interpretación de lo que hay aquí. Sobre la experiencia directa e inmediata se superpone la idea de que la realidad última es la conciencia.
Aunque resulta muy atractiva la idea de que el trasfondo de todas las experiencias es la conciencia y todo surge de ella, lo cierto es que también es una proyección mental. Dicho de otro modo, no es nuestra experiencia directa e inmediata.
[MEDITACIÓN:
Observa cualquier objeto a la vista, o toca cualquier cosa que tengas a mano. Reconoce la conciencia de la experiencia. Ahora mira con la máxima lucidez que puedas, ¿la conciencia es algo? ¿Es una energía, un espacio? ¿Puedes reconocer que la conciencia sólo es una idea?]
En resumen, las cosas, los fenómenos, el mundo, las personas, el yo, ni existen ni dejan de existir. Sólo son convenciones para manejarnos en la vida. La realidad final es inefable, inconcebible, inaprensible y sutil. Y, sin embargo, no hay nada más cerca ni más íntimo en este instante.
Ver un objeto es percibir colores y formas, percibir colores y formas es darse cuenta de colores y formas. Pero darse cuenta no está aquí y los colores allí -como si hubiera un observador y algo observado- la conciencia es los colores y formas, sin ninguna dualidad ni separación.
Por ejemplo, ver una flor, es percibir colores y formas. No vemos una flor, la conciencia visual sólo percibe colores y formas. A partir de los colores percibidos la mente construye un objeto. Las impresiones mentales, los conceptos aprendidos, se usan para dar un significado a los colores y formas percibidos. La idea de flor aprendida y almacenada en la mente, y las experiencias previas con flores, dan pie a que estos colores y formas se vean como una flor. Pero no vemos una flor, sólo vemos colores y formas, y en la mente la imagen de una flor. La imagen mental, los colores y las formas se fusionan en una experiencia única y creemos que vemos una flor.
 [MEDITACIÓN:
Observa cualquier objeto a la vista, escucha los sonidos o toca cualquier cosa. Sin pensamientos, ¿cómo se experimenta el objeto? ¿Puedes reconocer que la experiencia sólo está compuesta de colores, formas, sonidos, sensaciones táctiles y demás? Sin la mente que los construya, no hay objetos, sólo hay experiencias sensoriales.]
Por consiguiente, con la vista sólo se perciben colores y formas. Ahora bien, percibir no es otra cosa que darse cuenta. En el contexto de la experiencia, percibir, darse cuenta, lucidez, conciencia, etc. vienen a referirse a lo mismo. Así pues, no se percibe una flor sino que hay conciencia (darse cuenta) de colores y formas, o también, conciencia de la imagen mental de la flor. Sin embargo, al contrario de lo que solemos pensar, la conciencia no observa los colores y formas allí, a una cierta distancia de ella. La conciencia, el percibir, es inseparable de los colores y formas. La conciencia es la naturaleza de esos colores y formas. Dicho una vez más, los colores y formas que acabamos “viendo” como una flor son la conciencia misma que los percibe, sin ninguna distancia ni separación.
Ahora bien, esta conciencia no tiene ninguna entidad ni existencia propia. Es una forma de hablar para comunicar algo inexpresable. No solamente no hay flor ni colores, ni formas; tampoco hay conciencia ni percibir, ni darse cuenta. La liberación definitiva del dolor es soltar y rendirse como consecuencia de saber que no hay nada que pueda ser aferrado.
[MEDITACIÓN:
Observa cualquier objeto a la vista, escucha los sonidos o toca cualquier cosa. Sin pensamientos, sólo hay la conciencia de las experiencias. Observa, ¿dónde termina la conciencia y dónde empieza la experiencia?  ¿Hay separación, hay distancia? ¿Son diferentes experiencia y conciencia?]
Adenda
Puede que al leer esto todo te resulte extraño y confuso, o que no estés de acuerdo con nada, o incluso que sientas irritación y enfado. Si es así, mi consejo personal es que tomes cartas en el asunto y te pongas a trabajar en el sendero de la Compasión con verdadero ahínco y determinación. Cultiva ecuanimidad, gratitud, regocijo, perdón, amor y compasión, hasta que sientas que estas prácticas te hayan transformado.
Por el contrario, si al leer esto experimentas que te resuena, le encuentras algún sentido o intuyes la verdad que señala, es imprescindible que sigas investigando, estudiando y meditando sobre ello. Evita convertir la enseñanza en una creencia. El lenguaje es limitado a la hora de transmitir lo inefable de la realidad, y da lugar a muchos malentendidos y conclusiones erróneas. Busca incansablemente maestros que te lo expliquen y haz de ello una práctica para toda la vida.

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